viernes, 3 de junio de 2011

NUESTRO IRONMAN BRASIL 2011

Amigos, saludos!  Como saben estoy muy contento con el Ironman que hice el domingo pasado (29MAY11)  en Florianópolis, Brasil.  El resumen es que fue una carrera dura en la que hice una marca personal muy por debajo del mi debut en Cozumel en 2009.  Y, aunque los tiempos son relativos porque las condiciones de un evento a otro son muy distintas, no es menos cierto que la experiencia de mi primer Ironman y la preparación para este fueron claves para este logro.

De Panamá fue un buen grupo que incluyó a Pedro Cordovez (5º en su categoría y ya clasificado para Kona), Lotty de Harari (1ª en su categoría y ya clasificada para Kona), Luciano Miguel (que logró su clasificación a Kona en esta carrera), Gabriel González, Alfredo Trujano (que se inauguró en el Ironman con un sub-10h), Daniel Ben-Avi, Julio Spiegel, Jaime De Saint Malo, Alexei y Boris Oduber, además de un grupo excepcional de apoyo en el que participó el coach Ronan Pavoni y muchos familiares y amigos entusiastas.


Comienzo por el final: Cruzar la meta de un evento tan demandante produce una satisfacción única, mezcla de euforia química, alegría espiritual, liberación de la mente y otras cosas más que probablemente no logran dimensionarse con mis palabras, por eso, pónganlo en su lista de cosas por hacer, tomen la decisión cuando el momento sea el correcto y vivan esa experiencia por ustedes mismos.

La playa de Jureré es un sitio donde los yeyés brasileños y argentinos disfrutan de sus vacaciones, especialmente las del verano; sin embargo, mayo es primavera en el hemisferio Sur por lo que hay un fresco tipo Boquete en parte del día (digamos entre las 8am y las 4pm), amanece a las 7am, oscurece a las 6pm, sopla la brisa y la cosa se enfila rápido.  Este lugar está en la parte Norte de una isla maravillosa llamada Florianópolis.

El Ironman de Brasil tiene 11 años realizándose y las autoridades cooperan mucho con el evento; en esta época del año no hay tanta gente vacacionando y las casas están cerradas, aunque conservan impecables los jardines.  Estamos hablando de residencias muy bonitas, unas sencillas y otras muy grandes aunque con un lujo no exagerado.

Desde el jueves que llegué a Jureré el ambiente del Ironman estaba "prendido", con gente por doquier montando bicicleta y corriendo, la entrega de los números y paquetes de carrera, la preparación de la meta y las aéreas de transición, así como la Expo que estaba junto a la meta y que tenía de todo para al que se le quedó algo, desde una botella para agua hasta una nueva bici, pasando por geles, zapatillas, wetsuits, componentes de bici, cascos ... Todo, todo, muy, pero muy, muy caro.  Me extrañó no ver una tienda de Ironman bien montada; los que han ido a otros eventos IM o IM70.3, especialmente en Estados Unidos saben a lo que me refiero ... Acá no había nada.

Ese día armamos las bicis, retiramos los paquetes de carrera y fuimos a cenar para tratar de regularizar las horas y descansar del viaje.  El congresillo técnico fue esa tarde y el énfasis estuvo en el drafting y el intercambio de identidad.  Iban a tener 32 jueces en moto e insistieron que el año anterior habían dado 200 tarjetas amarillas y dos descalificaciones.  Además, tenían un sistema para controlar quién era quién; cuando retirabas el paquete de carrera te tomaban una foto que luego la usarían para controlar el acceso y salida al área de transición con la bicicleta al final de la carrera.

A la mañana siguiente, la prueba de los implementos.  El wetsuit me lo puse sin problemas y nadamos frente al hotel.  El mar estaba como un plato y un poco fría, así que el neopreno hizo su trabajo y me sentí muy seguro porque las condiciones eran buenas y la flotación que produce el traje me permitía concentrarme en avanzar.  Luego, a probar la bici en las cercanías del pueblo y una trotada para las zapatillas.  Todo bien, excepto que el recorrido en bici había sido a penas en el pueblo y la corrida cerca del medio día, cosa que no reproducía las condiciones del evento, unas 48 horas después.  El mar nos daría una sorpresa el día del evento.

Esa noche del viernes fuimos a la cena de pastas, comida rica, sana y abundante.  Pero mis expectativas eran mucho mayores y se me desinfló como me había pasado el día anterior con la tienda de Ironman porque el evento se limitó a la cena dejando fuera la samba, la capoeira y las garotas que habían hecho famoso el evento en ediciones anteriores (y que me habían prometido).

Yo ya estaba en modo de comer, dormir e hidratarme ... Enfoque vs. Ansiedad, la eterna lucha ... se estaba librando la primera batalla, "la previa".

El sábado lo mío fue la meditación y la hidratación, aunque no me hice el total antisocial porque comí con los amigos.  ¿Mencioné que la comida de Florianópolis me pareció muy buena?  Ah!  También fue día de armar las cinco bolsas para la carrera.  Al anochecer fuimos a dejar las bicicletas y las bolsas de transición (no las de special needs).  Los organizadores estipularon horas muy específicas para la entrega de las mismas; si ibas antes de la hora, ¡pa'tras!  Los panameños teníamos números en el mismo grupo ... Y fuimos antes de la hora; y, ¡adivinen!  Terminamos cogiendo frío patriótico, todos juntos.

La noche fue de esas en la que duermes poco, te levantas mucho para ir al baño y tienes el sueno liviano.  Corrían los minutos, ¡y parecían horas!  En un momento escuché algo que no  había oído las noches anteriores: ¡Olas rompiendo en la arena!  Luego llegaron las 4am y empezó el día de verdad.  Ducha, desayuno, traslado, entrega de las bolsas de special needs (km 47 y 137 en la bici y 2, 23 y 33 en la corrida), botellas, aire y comida en la bici, puesta del wetsuit, música con gran volumen, voluntarios arreando a los participantes para salir de la transición y caminar a la playa ... ¡La tensión podía cortarse!

Todos buscábamos un pedazo de playa frente a la primera boya (de 6m de alto) que se veía cerca pero estaba a un kilómetro. El narrador describía la situación, anunciaba a los profesionales, decía cuantos minutos faltaban para la partida, el helicóptero sobrevolaba, el narrador seguía su cuenta regresiva hasta que una especie de silencio se apoderó de todos mientras llegaba la partida.  Ese silencio duró segundos cuando empezó el frenesí por buscar aquella boya; esa partida fue tan brusca, cada brazada encontraba a un competidor buscando avanzar en el torbellino.

Eso siguió por casi 600m hasta que se despejó un poco para volverse a congestionar llegando a la boya donde encontramos una corriente que te atraía hacia el centro.  Había que avanzar hasta una segunda boya, también mar adentro, para regresar a la playa; ahora la cosa estaba más despejada, pero se volvió a complicar llegando por primera vez a la playa pues no habían boyas intermedias y los salvavidas no estaban para mostrar el camino, así que la masa de nadadores iba por donde mejor le parecía y podía, por lo que salimos a un lado de la entrada al comino en la arena.  Lo bueno es que fue una oportunidad para tomar agua y quitarse el sabor del agua salada que sin duda habíamos tragado en ese primer tramo.

El segundo estuvo aún mejor.  Faltando poco menos de la mitad de la etapa de natación, había que llegar a un segundo grupo de boyas y otra vez el tumulto saliendo de la arena.  Cuando estábamos llegando a la boya del retorno noté que las olas estaban más grandes y que había un poco de corriente que nos desviaba.  El ruido de las olas rompiendo en la arena de la madrugada era verdad y el mar estaba como un día picado cruzando a Isla Grande.  Había que avanzar otros 150m para enfilarnos a la playa y las olas y la corriente estaban haciendo de las suyas.  Al cruzar la boya me dije, se acabo la natación, ¡voy por fuera!  Pero esos últimos 800m estuvieron duros porque la corriente te empujaba en dirección las piedras que estaban a un lado y no hacia la playa; ¡Ay madre, qué lío!


Al final, uno llegaba a la orilla, se paraba firme y trataba de salir antes que la próxima ola lo estrellara a uno contra las piedras.  Pero la natación estaba lista y ahora venía lo que sería una operación muy eficiente de quitarse el wetsuit: Baja cremallera, corre, descubre hombro, saca mano, sigue corriendo, el otro hombro, la otra mano, baja a la cadera, busca quien te ayude, tírate al piso, levanta las piernas, deja que te halen el traje, ayuda un poco, una pierna afuera, otra afuera también, párate y sigue corriendo con el traje de neopreno en la mano hacia la transición ... Busca bolsa, saca lentes, ponte jersey, mangas, medias, casco, avanza ... Algo de frutas y Gatorade para llevar, no olvides la vaselina y el protector solar ... Y, ¿esta bolsa?, ¿dónde la dejo?  Qué corredera y, al lado, una multitud que celebraba salir del agua y buscaba su silla o pedazo de salón para cambiarse.

Ahora a pedalear dos vueltas medio desconocidas con la única información de que hay dos lomas buenas y vas a pasar por unos túneles … Así empezó el ciclismo.  ¡Ey!  Allí no había más que una decena de bicicletas de ruta; todas eran de tri y casi todas tenían perfiles adelante, atrás, discos, hélices ... A juzgar por los equipos, ¡todos íbamos a hacer un tiempazo!  La ida a la ciudad estuvo bien con un ligero viento en contra y esas "lomitas" que les relaté; la primera era como los últimos 600m de Campana pero un poco más largo, mientras que la segunda era como dos veces Paraíso.  Eso sí, las bajadas respectivas eran el placer de los que tienen desconectado el chip del peligro!  Al llegar a la ciudad de Florianópolis el paisaje cambiaba y el recorrido era por el malecón de la ciudad, con los edificios a un lado, un área verde en el otro y el mar mas allá; no había mucho público pero sí gente paseando, haciendo ejercicio o caminando a su perro.

Después de salir del malecón, nos encaminábamos hacia el área del aeropuerto y estuvimos rodando por las autopistas en una dirección, luego en la otra y haciendo un circuito que después del primer tramo ya no tenías idea de lo que estaba pasando; la táctica aquí era ¡aprovecha el viento y sigue en la dirección de los demás!  Pasamos por dos túneles en dos direcciones cada vez; los túneles eran como un oasis del sol, estaban frescos y una pendiente que se sentía ligera ... Luego, otro giro raro para poder regresar hacia la ciudad y finalmente a la playa a través de las lomas de ida.  Cuando creí que estábamos entrando al pueblo (porque todo empieza a parecerse) me sorprendo con que es otro desvío más para hacer la distancia y ahora sí, vamos hacia el pueblo con la algarabía de los espectadores y el piso adoquinado; yo pensaba que, o atropello a alguien o se me "flatea" una llanta.  Afortunadamente, ¡ninguna de las dos!  Pero el público concentrado no era más que el recordatorio que había que hacer todo el recorrido nuevamente para completarlos segundos ¡90km!

Así empieza la segunda vuelta que nos guardaba una sorpresa: ¡Viento intenso y en contra casi todo el camino!  Para los que creímos que el ciclismo estaba controlado, Florianópolis nos tenía una dificultad adicional; eran interminables y sufridos aquellos tramos hacia el aeropuerto y los túneles.  Donde sí ayudó fue al final, llegando a Jureré de vuelta, justo cuando la corrida empezaría en la transición al lado de la meta.

Ahora el ambiente bajo la carpa de transición era menos eufórico y había menos gente, pero igual era un acelere; todo el que estaba quería salir pronto.  Corriendo inició la etapa final con una primera vuelta larga de 21km y luego dos de 10km cada una.  Al principio del recorrido había mucha gente, no sólo por el recorrido que era en el boulevard principal entrando y saliendo del retorno, sino por la hora, todavía era de día y no hacia frio.  Al salir de ese boulevard la cosa cambiaba y por los primeros 4-5km sólo se veían otros corredores y los voluntarios en los puntos de hidratación.  La cosa mejoró un poco al acercarnos al pueblo para desviarnos hacia un sector más alejado de la meta al que llegaríamos pasando por unas lomas que hubiera sido mejor ponerle escalones porque estaban exageradamente inclinadas.

Ese desvío legaba a un área de la ciudad menos turística pero que también tenía menos gente.  Creo que buscaron las únicas lomas del pueblo y dijeron, estos tipos quieren ser Ironman, ¡que se las aguanten!


Luego del retorno al final de la calle, regresamos al desvío y con ello al boulevard principal hacia la meta, habiendo completado la primera mitad del maratón.  Para llevar el control nos ponían una bandita blanca en la primera vuelta y una segunda color naranja al completar los 31km, indicativo de que quedaba una vuelta corta para concluir la carrera.  La ruta estaba bien señalizada con los kilómetros marcados con precisión, así que no había perdedero.  En cada vuelta uno se encontraba con algún panameño en la ruta, ya fuera espectador o atleta y el saludo ayudaba a mantenerse en la pista.

El km 38 era importante porque marcaba el inicio del boulevard que te llevaba a la meta y uno volvía a ver público alentándolo a uno a completar la carrera; en el km 40 ya había una separación entre los que estaban terminando y los que avanzaban hacia el retorno ... Y en el km 41 (cuando casi me da la pálida, eufemismo para hipoglicemia, me dije "de ninguna manera, ¡César Kiamco!") la gente se aglomeraba en una especie de improvisada calle de honor que más bien parecía una chuta al matadero y había que gritarle a la gente que se te metía en el camino y en el fondo un fulgor que brillaba; poco a poco sonaba al locutor que en portugués diría ... ¡De Panamá, César Kiamco, usted es un Ironman!

Vi el tiempo en el reloj y una sonrisa se me dibujaba porque, aún cuando usé mi reloj en la carrera, nunca vi el tiempo hasta entrar a la meta, así que empecé a hacer cálculos rápidos y no daba crédito por el tiempo que le había robado a mi primer Ironman en Cozumel 18 meses antes.

A estas alturas del relato tienen dos opciones: Declararse totalmente aburridos/maravillados o hacerse el firme propósito de hacer un Ironman algún día.

Me despido con el agradecimiento a todos los que lo hicieron posible, desde acompañarme a entrenar hasta prestarme cosas para el viaje o ayudarme con la maleta de la bici o darme comida o compañía en un fondo o mandarme un mensaje sobre el coraje o exigirme un poco más ... A todos ustedes, que estuvieron pendientes, ¡les dedico mi medalla en Florianópolis!


¡Gracias, de verdad, por acompañarme en esos 3,800m nadando, 180km en bicicleta y 42.2km corriendo!

Saludos, César K.

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